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domingo, 2 de junio de 2013

EL DESTINO INSOLITO DE LOS ARGENTINOS: VIVIR EN LA CONTRADICCION.

La más estúpida de las contradicciones en que vivimos los argentinos, es esta cerrazón mental que se manifiesta en vivir, pensar, decidir y actuar en base a un mercado de cuarenta millones de consumidores argentinos, cuando nuestro país puede producir alimentos para varios cientos de millones de consumidores, seguramente más de los que nos atrevemos a imaginar, en medio de la culminación del disparate nacional en que estamos sumergidos. Un “cas merdeux” como diría un francés indiscreto.
Estamos en la culminación de un proceso que viene de muchos años y que culmina en políticas de “seguridad alimentaria”, el absurdo que conduce a ampliar la geografía del hambre en un país donde sobra la comida y a instalar un sistema que termina encareciendo los alimentos para el consumidor,  destruyendo a la producción  y malogrando la capacidad de generar divisas sin las cuales la mayoría de nuestras  “exóticas” industrias, promovidas al tuntún, no puede sobrevivir. Achicando y empobreciendo el país; el país de las villas miserias, los barrios cerrados, las vías y las rutas “asesinas”; el país de las escuelas privadas, el reino de “Doña Disparate” o la isla de Circe, la maga, que nos quiere transformar en pingüinos o pájaros bobos, no con sus pociones mágicas arteras, sino con la destilación de su retórica, suministrada metódicamente en repetidas dosis semanales obligatorias.
Nos estamos cayendo del mundo y lo que resulta más grave, nos estamos cayendo a Venezuela y a Cuba. Es que estamos eligiendo un castigo tan cruel,  como estúpido ha sido nuestro pecado, y nuestra esperanza última reside en que un atisbo de cordura residual, nos impida dar un último paso hacia el infierno.
No hay que hacerse ilusiones fáciles. El pensar, decidir y actuar en pequeño, con mezquindad y con miras cortas y falta de grandeza, que caracteriza al actual régimen, ha identificado siempre al populismo, profundamente arraigado en la sociedad argentina, que ha visto en él un camino fácil y cómodo para lograr condiciones mejores que, en definitiva, terminan a poco andar, en peores. En unos se manifiesta con más virulencia y en otros en formas más disimuladas y sutiles, pero en definitiva, la boutade del Gral. Perón- “Ahora son todos peronistas”- si aceptamos que el peronismo ha sido la expresión más lograda del populismo, tiene, desgraciadamente, bastante fundamento.
Es posible que el país supere finalmente esta gripe pingüina, una forma especialmente virulenta de la enfermedad populista en sus fases más agudas y perniciosas. Pero resulta de importancia extrema que, aunque salgamos debilitados y agobiados de este proceso, podamos, vacunados ya definitivamente contra la enfermedad,  superarla para siempre y no que nuestras defensas apenas alcancen  para permitirnos convivir en forma endémica con la enfermedad, en su forma menos virulenta.


lunes, 13 de mayo de 2013

NOTAS PARA UNA ARGENTINA ALTERADA.


“Si se elimina la justicia ¿Qué cosa son los estados sino pandillas de bandidos en grande, pues, después de todo, 
qué otra cosa son las pandillas de bandidos sino estados en pequeño?” 
San Agustín.

Esta Presidente es facciosa y ello la inhabilita para ser la Presidente de todos los argentinos. Ha elegido voluntariamente ser la jefa de una facción militante. El militante es un soldado de la “causa” y la militancia es una guerra donde todo vale, porque se “va por todo”.
Cuando se va por todo, se supone que quienes no pertenecen a la causa deben ser y permanecer dominados, silenciosos y sometidos. Los medios se degradan a simples instrumentos; las verdades a mentiras útiles o lo que es igual, a “relatos”; las virtudes del ciudadano, a la sumisión y la obsecuencia de los militantes.
La República se corrompe y se transforma en la Democracia de la “caja” y de las bóvedas, y los ciudadanos en clientes sometidos a la discrecionalidad de los que mandan.
La “Democracia” es el derecho de la autoproclamada “mayoría” a no tener normas ni límites a respetar; es la igualdad en el sometimiento al “jefe” y los cortesanos que lo rodean, un entorno de turiferarios voluntariosos que compiten en el servilismo, el ocultamiento y en las sonrisas tontas, complacientes y aprobatorias.
El tiempo y los acontecimientos han permitido ir apartando los velos que ocultaban la naturaleza del engendro que nos ha brindado el peronismo, y van quedando expuestas la fealdad, la corrupción y la intrínseca maldad del monstruo, salido, no por cierto del laboratorio del Dr. Frankenstein, sino del  laboratorio político del Dr. Duhalde en su momento, que se ha transformado en un sistema fascista o bonapartista de amigos, parientes y cómplices, dependiente y determinado en este caso, por los impulsos y las visiones mesiánicas presidenciales.
Ella y sus servidores más conspicuos lo han confirmado, van por todo, y los hasta ahora estáticos y melindrosos opositores políticos y miembros de la clase media que podían albergar dudas sobre la existencia  del “monstruo” y sobre su verdadera naturaleza, no podrán en el futuro, alegar ignorancia para excusar su tibieza.
Muchos han preferido durante el proceso cerrar un ojo o los dos para no ver lo que se venía, como  Neville Chamberlaine y los pusilánimes de turno lo hicieron ante los avances del nazismo, y no enfrentarse en consecuencia, a la necesidad de detener al monstruo a tiempo para evitar las consecuencias atroces de no hacerlo.
Esta negación de la realidad cuando es desagradable, que caracteriza a algunos argentinos, resulta simétrica con la negación del “monstruo” a aceptarla, ya que éste prefiere manejarse con una realidad virtual que se ajuste y responda a la medida de sus necesidades e impulsos megalómanos. Es que el “monstruo” crece y se desarrolla contando con las debilidades y contradicciones de quienes deberían controlarlo.
Se pretende crear un nuevo argentino a  su “medida”, sometiéndolo a un diseñador  “lecho de Procusto”. Estirarlo o recortarlo para que encaje en los moldes ideológicos de su modelo.
A medida que el “monstruo” ha ido mostrando sus facetas más desagradables y desnudando sus intenciones totalitarias, muchos argentinos han pasado de la indiferencia, a la alarma y  finalmente al espanto y a la convicción final de que hay que detenerlo, neutralizarlo y destruirlo para salvar el sistema representativo, republicano y federal. Si aprendemos dolorosamente con esta triste experiencia que estamos viviendo entenderemos que no basta con eliminar al monstruo sinó que es necesario desmontar al laboratorio para que nadie esté tentado de repetir la experiencia en el futuro.
No alcanza ya con inventariar a sus cuadros y a sus servidores. Resulta necesario estar atentos para inferir, por ejemplo, quien es confiable como opositor y enemigo del monstruo y quien es opositor "pero no tanto" por que sus debilidades corporativas y especulaciones políticas lo han llevado a aceptar y convalidar maniobras importantes del oficialismo, justificándolas al aislarlas del contexto en que luego serían utilizadas y usufructuadas por él. En realidad toda concesión y toda coincidencia, aún en el plano teórico, con el modelo, resulta una claudicación cómplice porque, en definitiva, se le está regalando un instrumento o un argumento útil para sus maniobras.
Una navaja puede servir para afeitar, para operar o para matar. Lo determinante es para qué fines será utilizada y si éste resulta ser el criterio acertado, es fundamental  no darle al mono una navaja. Más que una ingenuidad, ponerla a su alcance resulta una imprudencia peligrosa y una irresponsabilidad. Por lo tanto habrá que tomar nota para el futuro, cuando llegue la hora de tomar decisiones cívicas, sobre quienes son confiables y quienes son dudosos. Porque a la hora de la verdad habrá quienes estarán dispuestos a defender la República, quienes integrarán el cortejo de los adictos a las bóvedas que pretenden enterrarla definitivamente, y quienes simplemente, se sentarán en las puertas de sus casas para ver pasar el infame cortejo.
Querer a la República implica tomar la decisión de defenderla ahora y asumir el compromiso de fortalecerla después, cuando llegue la hora de construir una Argentina diferente y mejor.

domingo, 28 de abril de 2013

DESPUES DEL 18 A.


“ Los acontecimientos por venir proyectan su sombra antes de llegar”

Nuestras increíbles clases medias, aún sintiéndose acorraladas por los desmanes autoritarios del populismo cristinista y por ello mismo, son capaces de abarrotar calles y plazas con cientos de miles de manifestantes que protestan por el atropello a sus derechos y libertades y a las instituciones que las garantizan. Y lo que es más extraordinario, son capaces de hacerlo respetuosa y civilizadamente, teniendo en cuenta la magnitud del agravio y de los abusos a que están siendo sometidas. Que en semejante muchedumbre, espontánea y desorganizada, hasta un pisotón involuntario fuera acompañado por una educada disculpa, pedida y concedida, asombra como fenómeno social en una Argentina crispada.
Esta conducta social encierra mensajes y demandas quizás no suficientemente claras para el oficialismo sordo y contumaz y para una oposición lenta de entendederas. Pero la continuidad de la protesta va definiendo la necesidad de la propuesta y de quién la pueda traducir al campo de la política electoral. Por ahora el mensaje resulta suficientemente claro en cuanto a que la sociedad que protesta , quiere vivir dentro de la Constitución y en un estado de derecho, y también, a juzgar por su conducta, en paz y civilizadamente. ¿Qué más falta ahora? Parecería que necesitamos ahora una chispa de creatividad que alumbre en las muchedumbres, que se manifiestan en la protesta, la propuesta  de una epifanía de la nueva República.
Si el oficialismo va por más y los partidos políticos opositores continúan viviendo en su corporación, absortos en los ombligos de sus dirigentes, la sociedad tendrá que buscar dentro de ella misma, en sus organizaciones sociales, en sus intelectuales, en sus conductores espirituales, esa chispa de creatividad, que le permita construir la propuesta definitiva y no negociable, para poder imponer después el instrumento político que pueda concretarla.
Hoy, como en 1853, el mapa del futuro, el pacto fundamental de la Unión Nacional, resulta ser la Constitución y el programa a realizar, el viejo preámbulo, que resulta nuevo porque es un desafío que aún espera respuesta:
Constituir la Unión Nacional; Afianzar la Justicia; Consolidar la Paz Interior; Proveer la Defensa Común; Promover el Bienestar General; Asegurar los Beneficios de la Libertad.
El sentido común nos indica que los detalles no debieran distraernos de los objetivos fundamentales y esta es la verdad que no alcanzan a descubrir muchos dirigentes políticos.

PRESENCIA



Este miércoles fui a la plaza del Congreso a encontrarme con otros argentinos, todos preocupados por la suerte de la República. Me había separado de mi amigo Jaime y estaba atento y observando las proximidades tratando de ubicarlo.
Repentinamente tomé conciencia que tenía parado a mi derecha un extraño personaje, observando atentamente la manifestación. Su vestimenta, su barba, su actitud serena, sus gestos contenidos me impresionaron. En medio del ruido y el bullicio se volvió hacia mí y me miró con ojos serenos y llenos de sabiduría y al comenzar a hablar pareció que los sonidos que nos envolvían bajaban su volumen.
-“Si se elimina la justicia ¿Qué cosa son los estados sino pandillas de bandidos en grande, pues  después de todo, qué otra cosa son las pandillas de bandidos, sino estados en pequeño?-
Lo miré, asombrado por lo que escuchaba y continuó -“¿Conoce la anécdota del pirata prisionero frente a Alejandro Magno?- y sin esperar mi respuesta prosiguió –“Cuando el Rey le preguntó qué se proponía  al infestar el mar, el pirata le replicó francamente ¿qué te propones tú al infestar toda la tierra? La única diferencia está en que porque yo lo hago con un barco pequeño me llaman bandido, en tanto que a ti te llaman emperador porque lo haces con una gran flota.”
Impactado por sus palabras sólo atiné a preguntarle ¿Es Ud. acaso un periodista de Clarín o del equipo de Periodismo para todos, disfrazado para buscar la nota? Ahora el sorprendido resultó él. –“Soy un observador llegado del pasado. Me llamo Agustín y ya debo regresar a Hipona. Le recomiendo que lea mi última obra “De Civitate Dei¨”- Y haciendo un pequeño gesto con su cabeza, se despidió con un último mensaje –“Saludos a la Presidente”.

lunes, 15 de abril de 2013

MÁS BARRICA ENCANTADA.



¿Qué le pasa a la presidente y qué nos pasa a los argentinos?

¿Qué le pasa a la Presidente con su agresividad sin límites y sin descansos, que se pasa repartiendo mandobles y estocadas, como una heroína de película de piratas, a presuntos enemigos reales o imaginarios y muchas veces, desarmados e inermes, ante los desproporcionados, abusivos y absurdos ataques presidenciales? . Ya no le alcanza con tener sometida a una mayoría obsecuente que subordina al Congreso. Ahora quiere terminar avasallando la Justicia.
 Daría la impresión que ha superado los escrúpulos de mostrarse sin escrúpulos a la hora de enfrentarlos y de arrasar con la República, y esta actitud resulta francamente peligrosa en una persona que detenta el poder y la dominancia que la caracteriza.
La Presidente está crispando al país con su conducta y su discurso, y esto es grave, porque además, no parece que su agresividad sea involuntaria y casual, sino deliberada y, sospechosamente, más que una expresión de su naturaleza  áspera y agresiva, sino una estrategia política consciente, que está llevando a un enfrentamiento entre argentinos, a quienes ella, teóricamente, debería inducir a la concordia, más allá de sus diferencias.
En su visita a los túneles utilizados por la guerrilla en Viet Nam, los encontró demasiado estrechos y por eso, curiosamente se agachaba, cuando, si realmente eran estrechos, el problema no era con la cabeza sino con las caderas. Es que la presidente tiene un problema con las estrecheces, ya sean los túneles o los estrechos caminos que le marca la legalidad, y entonces, en vez de recorrerlos con mesura, agacha la cabeza y arremete contra todo lo que le marca límites. No advierte que en su desmesura no sólo lastima su propia investidura, sino al sistema constitucional. Los “ estrechos” túneles fueron hechos para los enjutos soldados del viet- con, que seguramente los encontraban menos estrechos que la Presidente, y los caminos que marca la legalidad, seguramente no le resultarían estrechos a un presidente republicano, como de hecho le resultan estrechos y molestos a esta Presidente que no lo es.
Su megalomanía corre pareja con la obsecuencia de su corte y ésta es una combinación que la experiencia histórica ha demostrado ser sumamente peligrosa y que, entre otras consecuencias, ocasiona la descalificación, y a veces la persecución, de quienes descreen del relato y la existencia  de “el país de las maravillas de Cristina”. La construcción de un tren “bala” como ventana al futuro, fue una de las maravillas del “relato”, pero la realidad en cambio, fue que un tren chatarra a veinte km por hora causó más de cincuenta muertos y de 700 heridos. El relato y el cuento que no explican cómo, después de una década de hazañas y deslumbrantes éxitos del gobierno K, no se han podido reparar unos pocos cientos de km de vías, y tampoco explica cómo un país que vivía las estrecheces económicas de su construcción y de una profunda crisis, pudo en 1891, construir, a pala y carretilla, 2500 Km de vías férreas, en un solo año, no en una década. La propaganda de la Presidencia nos deslumbra con la obra en ejecución, de 21000 m., en realidad 21 km., de reconstrucción de vías. La diferencia está en que en aquellos años, se vivía en un país que crecía y hoy, a pesar del relato oficial, vivimos en un país que se encoge. Más allá de este ejemplo particular, en cualquiera de los de los aspectos de la realidad del país podemos sacar estas mismas conclusiones.
La experiencia y las consecuencias de este populismo ideológico que se practica desde el Gobierno, harán absolutamente necesario el inicio, en su momento, de una etapa de reparación y reconstrucción para restablecer condiciones políticas, económicas y culturales que permitan el crecimiento del país en libertad y con justicia social, que permitan el funcionamiento pleno de una ciudadanía ejercida con responsabilidad y en orden. Es obvio que, con grandes sectores sociales marginados disponibles para el clientelismo y el delito, la República no podrá funcionar si no se los rescata de esa penuria.
Seguramente si Argentina puede superar el populismo ideológico, se encontrará con el desafío posterior de superar también el populismo pragmático y oportunista, que sólo la podrá conducir a nuevas frustraciones. Desaparecida la alternativa de los gobiernos militares, la sociedad argentina, deberá optar de una vez por todas, por enfrentar sus desafíos con absoluto realismo, dentro de la legalidad, comenzando por leer nuevamente la Constitución nacional y su preámbulo. Conocerla resultará el primer paso para respetarla.
Cuando hagamos un balance de las falencias que nos dejará el populismo K en materia de energía, infraestructura, educación, transportes etc., no debemos olvidarnos de la tremenda deuda social que vamos a heredar, la catástrofe cultural, moral, educativa, habitacional, el desorden generalizado y un mapa del delito que abarca el territorio nacional.
 Resultará fundamental e insoslayable restablecer un espíritu de tolerancia y comenzar a construir un clima de unidad nacional sustentado en coincidencias y en objetivos generales compartidos. Este es el desafío al que la sociedad argentina deberá encontrar respuesta y lograrlo resultará difícil teniendo en cuenta que, por ahora, la Presidente y sus fanáticos hacen todo lo posible y lo imposible, para enconar los ánimos y provocar el enfrentamiento como estrategia política para sobrevivir en condiciones que se le presentan cada vez más desfavorables, preanunciando una crisis “cantada” de consecuencias imprevisibles y sin “salidas” alternativas que puedan vislumbrarse por el momento. Podemos sospechar que estamos recorriendo caminos de grave riesgo para el país, no sólo por la desastrosa gestión que caracteriza a esta administración si no, lo que es más grave, por la anunciada intención de ir por todo, es decir por la decisión de imponer ilegalmente este anunciado modelo totalitario, disfrazado de democracia, pero que en realidad no alcanza a disimular la voluntad de derivar a la Argentina al campo de las experiencias populistas latinoamericanas. Podemos preguntarnos qué grado de extravío intelectual, moral y político, puede alcanzar una dirigencia que se plantea para Argentina como modelos, los regímenes de Venezuela, Cuba o Bolivia. Es una pregunta sin respuestas lógicas porque en realidad, la voluntad de alcanzar un poder sin límites sobre los cadáveres de las instituciones, de las libertades y de la esperanza de la gente de vivir una vida mejor, no hay que buscarlas en el terreno de la política, sino en el terreno de la siquiatría.
La lección que nos deja esta lamentable experiencia, una más y van…., es que una Argentina fragmentada, con enconos y enfrentamientos, donde campee  la decisión guaranga de atropellar y empujar al otro, de someter y denigrar al “enemigo”, de no respetar normas y reglas de juego cuando no convienen, no tiene un futuro venturoso.
Si estamos hablando de la “ circunstancia” de los argentinos que están integrados socialmente y lo hacemos en términos peyorativos, ¿Qué comentarios podremos hacer  sobre ese sector importante de la sociedad que se siente marginado, y realmente lo está, pero acepta su marginalidad y reacciona desconociendo la autoridad, las leyes y las normas vigentes, y a los valores desteñidos de la sociedad que lo debería contener y rescatar, pero que da sobradas muestras de su incapacidad para hacerlo?
En estas condiciones, una crisis de la economía como la que previsiblemente se aproxima, puede tener consecuencias impredecibles. Existe crispación, intolerancia y violencia individual y patotera, que en caso de generalizarse puede no tener contención y con mayor razón  si no existieran alternativas y opciones para elegir una salida sensata. Si el delito y el tráfico de drogas y su asociación con la política, multiplican y potencian la capacidad de generar corrupción, y aparecen desmadrados frente a un Estado incapaz de poner orden ¿Qué pasará si estalla una crisis generalizada que tendría su máxima expresión  en la propia del Estado? Ni la clase media, ni la oposición, que se supone son republicanos, con sus más y con sus menos, parecen percatarse de que están bailando en la cubierta del Titanic y los témpanos ya  están próximos y amenazantes.